Los consumidores podemos aportar nuestra colaboración mediante la compra de productos locales en el comercio de proximidad. Hace ya muchas décadas que Ramón José Sender narró sus vivencias en el Mercado Central de Zaragoza, impresionado por su precariedad, suciedad y el ambiente chabacano que reinaba entre los puestos, dominados por el griterío de los vendedores. Hoy, tras su reforma, el Mercado ha experimentado tal cambio que resulta un placer recorrer sus luminosos establecimientos donde se muestra una gran variedad de productos recién recolectados y ofrecidos por competentes minoristas con afecto y suma cortesía. El Mercado es, además, un centro de socialización con programación de interesantes actividades, mientras que en el resto de la ciudad tampoco escasean las tiendas especializadas donde a menor escala es posible encontrar todo lo que una clientela exigente pueda demandar.
¿Somos conscientes de que en la supervivencia del campo también está comprometida nuestra propia existencia?
Publicado en El Periódico de Aragón, el viernes 16 de febrero de 2024.
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