Pero, en realidad, la tutela excesiva existía ya antes de la covid, pues desde hace décadas se asume como muy natural el talante hiperprotector, angustiado por naderías. ¡Hay que librar al niño de todo peligro, de todo sentimiento doloroso, de cualquier aflicción, angustia o tormento…! Medidas que antaño se hubieran considerado rotundamente ridículas y proclives a perpetuar una mentalidad infantil e inmadura. Al mismo tiempo, merced a tanta pantalla sin control, se hurtan al niño muchas opciones para el juego participativo en grupo y con tal carencia también perecen la imaginación y la fantasía.
Así las cosas, y por más que sus miedos sean muy diferentes de los que agobian a sus progenitores, como la inseguridad ciudadana, accidentes o contagio de algún virus, tal vez algún día, los padres quejosos ante la demora de sus retoños sin autonomía para abandonar el nido, se pregunten: ¿de verdad acertamos con tanta obsesión por la seguridad?
Publicado en El Periódico de Aragón, el viernes 10 de noviembre de 2023.
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